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Los años 80

En los 80 el rock parece haber llegado al final del camino. Se había disipado la energía inicial y apenas quedaban caminos por explorar. La música que se había enfrentado a la sociedad y que había amenazado sus buenas costumbres había sido engullida por el poder y convertida en negocio. Pero la industria discográfica, que no parecía dispuesta a prescindir del Don Perignon y las limusinas, reinventó el negocio de la forma más burda: concediendo mayor importancia a la imagen del artista que a su música. En las emisoras de radio venden a Spandau Ballet como soul blanco y a Miguel Bosé como el Bowie ibérico. Malos tiempos para el rock, buenos para los realizadores de videoclips, los maquilladores, las estrellas de plexiglas, las radios comerciales y los periodistas corruptos. Un soplo de aire fresco: Paul Simón redescubre África. Vientos de cambio que nos presentan a Youssou N’Dour y Fela Kuti, que facilitan colaboraciones tan espléndidas como las que dieron origen al disco Songhai (el bajista británico Danny Thompson, el músico de Mali Toumani Diabate y miembros de Ketama) y que hacen que músicos de blues del siglo XXI como Corey Harris viajen hasta el continente negro para recuperar el feeling perdido. Mientras, en las calles en las que hace 50 años se tocaba la guitarra y se tarareaba That’s All Right los jóvenes presionan el play de sus grandes “loros” y rapean con las mismas ganas que entonces de remover los cimientos de una sociedad que no les entiende
La década de 1980 quedará vinculada a la historia del rock por dos sucesos ajenos a la música. El primero, el asesinato de John Lennon, a manos de un fan desequilibrado, el 8 de diciembre de 1980. Pero sobre todo por el nacimiento, el 1 de agosto de 1981, de la cadena MTV (Music Televisión), el primer canal musical de televisión con una programación de 24 horas. La emisora, basada en la emisión de videoclips, necesita 200 mensuales para renovar la programación y eso dará alas a la creación de estos spots de tres minutos que sustituirán al single radiofónico.
Musicalmente el videoclip significó el predominio de lo visual sobre lo musical. Sólo así se explica que los grupos de éxito de la primera mitad de la década (Duran Duran, Spandau Ballet, Adam & the Ants) fueran bandas más pendientes de su aspecto que de las canciones. Los artistas creativos surgen de las cenizas del punk. De ese río revuelto muchos músicos recuperan la energía y le dan forma según sus influencias. Elvis Costello, Blondie o The Jam se basan en los grandes grupos de la década de 1970, como Kinks, The Who o The Beatles. Joy Division, Bauhaus, Siouxie and the Banshees o The Cure combinan la épica de The Doors, la ambigüedad de David Bowie, la literatura romántica del siglo XIX y la estética de las películas de terror de la década de 1930. OMD, Human League o Devo parten del pop hecho con sintetizadores durante la década anterior por los alemanes Kraftwerk dando lugar al denominado tecnopop. Pero hay más: Stray Cats reivindica el rockabilly de Gene Vincent. The Police, UB40, Madness o Specials dan nueva forma al reggae y el ska jamicano. Sin embargo, los grupos que marcarán la década serán U2, R.E.M. y The Smiths.
U2 nace en Dublín a finales de la década de 1970. Sus temas son casi himnos y con The Joshua Tree (1987) se convierten en la banda de rock más importante del mundo. The Smiths, formados en Manchester a instancias del guitarrista Johnny Marr y el cantante y letrista Morrisey, son el contrapunto a U2. Practican un sonido mucho más íntimo, melancólico y poético y pesimista. The Queen is Dead (1986), resume perfectamente su sonido y filosofía. R.E.M. cuatro universitarios de Athens, Georgia, se encuentran a medio camino de ambos. Por un lado la voz de Michael Stipe, tiene toda la fuerza épica de la de Bono de U2 y ese poso profundamente melancólico de Morrisey. Por otro lado, Peter Buck, su guitarrista, recoge la tradición de las guitarras rickenbacker de 12 cuerdas que popularizara Roger Mcguinn. Document (1985) significó su paso de banda minoritaria a grupo de masas.
El final de la década es semejante a la situación anterior al movimiento punk. Bandas estancadas, falta de creatividad y las listas copadas por dinosaurios y grupos prefabricados. Sin embargo, en las discotecas de Estados Unidos se estaba gestando la música electrónica de baile. A mediados de la década de 1980, el disc-jockey Frankie Knuckles del club Warehouse sienta las bases del house, que desembarcaría en Gran Bretaña, vía Ibiza, dando lugar al acid house. Son los clubes los nuevos centros de agitación de una escena que reventaría en la década de 1990.