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Desde
los tiempos más remotos y en las culturas más diversas, los hombres han venido
recurriendo al uso de sustancias artificiales para ayudarse a sobrellevar su
existencia. El empleo de drogas enteogénicas, bien obtenidas de la naturaleza, o
bien sintetizadas mediante prácticas secretas, era una tradición frecuente con
intenciones sagradas o festivas, en el curso de ceremonias catárticas destinadas
a conjurar desgracias colectivas o a purificar impiedades en rituales
concelebrados. La ebriedad, individual o compartida, alcanzaba así la categoría
de un trance extático de utilidad terapéutica, como podemos encontrar tanto
entre las tribus animistas y los misterios de Eleusis, como entre las culturas
precolombinas y el pensamiento mágico supersticioso del medioevo que sobrevivía
oculto al nuevo orden cristiano.
También existe una interpretación alternativa del empleo de los recursos
psicotrópicos, aquellas sustancias capaces de operar cambios ostensibles en las
facultades de la psique. Los paraísos artificiales surgen por tanto de la
felicidad perdida a causa de un pecado original, cuya culpa habrían de expiar
los humanos por medio del empleo de sustancias capaces de restituir la dicha
primitiva. Éste es el origen del empleo del vino para regocijar el corazón de
los hombres, que tantas veces encontramos en la Biblia, o de la cerveza entre
las dinastías egipcias, como también lo son la adormidera, los hongos
alucinógenos, el peyote, el cáñamo o las hojas de coca; vehículos de ayuda para
acercar al hombre a los dioses, en una auténtica unión mística. In vino veritas
se decía entre los griegos para resumir su alta valoración de la experiencia
ebria, dentro de una mesurada sobriedad que sólo el opio igualaba entre los
aliados que la Naturaleza otorga al hombre para soportar los peores momentos de
la vida.
También existe desde las Bacantes una tradición orgiástica de embriaguez ritual
bajo control sacralizado, que sugiere la necesidad de una expansión común y
subversión del orden coercitivo como necesaria para preservar a la comunidad del
riesgo contagioso de una psicosis báquica que arrastre al caos total. Una forma
de locura concelebrada que coexistía con otras ceremonias mistéricas
tradicionales, hasta la adopción del cristianismo –verdadera síntesis de las
tradiciones eleusina y dionisíaca—como religión oficial que se encargaría de
reprimir las creencias paganas y helenísticas.
El opio, “piedra de la inmortalidad”, en todas sus presentaciones, desde el
célebre anodino de Paracelso, hasta la triaca y el láudano, o sus posteriores
derivaciones en morfina, opiáceos y específicos al uso entre las fórmulas
magistrales de la farmacopea occidental hasta fechas bien recientes. No sólo
acudían a buscar el remedio balsámico los enfermos necesitados de alivio;
también se aprestaban a su uso espíritus sensibles, ansiosos de paz, o inquietos
psiconautas fascinados por la experiencia visionaria, que a veces promovían
auténticas cruzadas militantes de apostolado lisérgico y placeres compartidos. Y
junto a este estallido fértil de sueños contraculturales que trajo la década
prodigiosa de los mágicos sesenta, un sombrío panorama de desolación
apocalíptica en las postrimerías del pasado milenio. Nada que ver este ambiente
adictivo de adulteración y comercio con la muerte, con aquellas utopías
libertarias de autoconocimiento y fraternidad, formas bien distintas de evasión
de una realidad demasiado restringida como para constituirse en flagrante delito
público.
La
droga es considerada no sólo como un elemento capaz de trastornar la percepción
"normal" del mundo, sino también como un vehículo que lleva a voluntad al shaman
a un "más allá" donde moran los seres sobrenaturales. Es una interpretación
propia de numerosas sociedades que afirman de igual modo que el mundo
sobrenatural puede ser alcanzado por cualquier alma humana durante el sueño o
por el alma de un enfermo pero de manera casual. Finalmente, gracias a la droga,
el chaman puede ubicar el alma errante de su paciente y lograr su curación. Se
trata entonces de un concepto de gran coherencia intelectual, vinculando por
analogía el sueño a la enfermedad y a las impresiones psico-fisiológicas de
viaje y de desdoblamiento producidas por la sustancia alucinógena. En otras
sociedades, serán técnicas corporales, acciones directas sobre el cuerpo, sin
mediar la droga, las que producirán un efecto similar. En todos los casos, se
supone que esos vehículos llevan a alguna parte. Todas las culturas que
practican este tipo de comunicación espiritual disponen de palabras, metáforas u
otras formas específicas para que sus alucinados puedan describir su viaje en
este "mundo sobrenatural", este mundo-otro que los Occidentales tienden a
imaginar como el único producto de la sustancia química ingerida.
Los pueblos que hoy día aún son considerados como primitivos practican el uso de
alguna droga. Por ejemplo, los aborígenes australianos (considerados como uno de
los pueblos más primitivos del mundo) mastican la planta pituri, gracias a sus
efectos narcóticos.
La morfina: Una sustancia formada por cristales incoloros o cristales
blanquecinos descubierta por el ayudante de farmacia alemán Friedrich Sertürner,
fue especialmente utilizada durante la guerra franco-prusiana en los años
1868-1870 para combatir el dolor. Posteriormente su uso se hizo extensivo en la
sociedad burguesa francesa . Utilizado principalmente como potente analgésico en
medicina, pero también en casos de choque traumático u hemorragia interna. Es
además un buen antidepresivo y emético. Se administra normalmente por vía
intravenosa pero también puede ser ingerida.
La
heroína: Descubierta por síntesis a partir de la morfina en 1806 por el
alemán Dreser. Inicialmente tuvo unos resultados espectaculares en la curación
de la tuberculosis. Cuando se intentó aplicar para sustituir los efectos
drogodependientes de la morfina, sus efectos todavía fueron más desastrosos.
Requiere cada vez dosis más elevadas y sus efectos duran muy poco.
La codeína: éter derivado del opio, extraído en 1832 por el químico
francés Pierre-Jean Robiquet . Con propiedades similares a la morfina aunque en
menor grado y mucho menos adictiva. Se disuelve al alcanzar los 157 º C. Se
utiliza como antitusivo, antiespasmódico y sedante en forma de jarabes. Puede
extraerse del opio o de la morfina
Extasis: El nombre químico del éxtasis es 3,4-Metilenedioximetanfetamina,
o resumiendo MDMA, y
su historia es más larga de lo que parece, ya que fue sintetizada por primera
vez en 1912. Lo hizo el laboratorio alemán Merck Pharmaceutical (que ya
sintetizase años antes la cocaína), a partir de una sustancia parecida, el MDA,
que también se ha usado como droga callejera. En Amércia, de los laboratorios a
las calles no hay mucho trecho cuando de drogas se trata, y tanto el MDA como el
MDMA pasaron pronto a engrosar la llamada Lista 1, donde se incluyen las
sustancias ilegales más peligrosas. Aun así, gran cantidad de sicólogos y
siquiatras norteamericanos lo utilizaban con sus pacientes y con ellos mismos.
De América pasó a Londres, justo cuando empezaba la moda techno y las fiestas
rave, y a Holanda, que se convirtió, gracias a sus leyes permisivas, en el país
suministrador de éxtasis a toda Europa. Proporciona euforia, deshinbición y
energía muscular, por lo tanto es perfecta para salir de marcha a ritmo de una
música que parece hecha exprofeso. Todos los fallecidos por éxtasis previamente
tuvieron un aumento exagerado de temperatura corporal. Las pastillas de éxtasis,
además del principio activo MDMA, suele llevar sustancias derivadas (MDEA o Eva,
MBDB o Edén, MDA), anfetaminas, cafeína, testosterona, paracetamol,
vasodilatadores, lactosa.
La mezcalina se sintetizó en 1919 pero permaneció ignorada fuera de su
contexto socio-cultural hasta años posteriores.
En 1939 Hofman sintetizó el L.S.D y en 1943 se descubren accidentalmente
sus efectos. A partir de aquí se inician experimentos en psiquiatría con esta
sustancia como posible recurso terapéutico.
Peyote: Aunque se piensa que el consumo del peyote ( Lophophora
williamsii ) tiene más de 2000 años, la primera referencia histórica aparece en
el siglo XV de la pluma de Sahagún, que nos cuenta como este cactus, bajo el
nombre de peiotl, era utilizado por los Chichimaca. Esto no significa que en ese
momento fuera esta tribu la que exclusivamente utilizara esta droga o que fueran
ellos los que hubieran descubierto su uso. Probablemente en este tiempo era ya
utilizado por la mayoría de las tribus que disponían del cactus en su tierra.
Así que la utilización del mismo en ceremonias rituales habría sido el resultado
de la aportación de todos ellos en conjunto. En el siglo XVI aparece documentado
por los misioneros que escriben como los indígenas podían resistir toda la noche
bailando y como quedaban exhaustos al día siguiente después de que la droga
dejara de hacer efecto. Lo cierto es que el punto de vista de los misioneros
colonizadores de América, con respecto al peyote, siempre fue negativo dado que
identificaban su culto como un enemigo que se oponía a sus creencias, por parte
de unos nativos que, en la mayoría de los casos, se mantenían indiferentes a las
nueva religión. Bajo este punto de vista, no es de extrañar que considerasen al
cactus como un producto maléfico, causante de la mayoría de los males de sus
usuarios. Mientras que los aztecas lo llamaban " Carne de los dioses", los
sacerdotes lo bautizaron como " Carne diabólica", pretendiendo eliminar el uso
de esta planta que se siguió utilizando a pesar de la prohibición
Las
primeras aproximaciones bien documentadas aparecen en la segunda mitad del siglo
XX, por parte de bastantes antropólogos que se interesaron activamente en el uso
del peyote, su significado y las ceremonias rituales que llevaban a cabo sus
devotos. En sus crónicas explican con detalle como los Huichas realizaban una
peregrinación anual en busca del cactus sagrado, y de como durante el camino
realizaban una serie de rituales encaminados a conseguir una purificación previa
a la adquisición del cactus, bajo la supervisión del chamán. Entre estos ritos,
como muy significativos, tendríamos la exposición pública de los pecados y la
abstinencia sexual. Actualmente, ritos semejantes son realizados por muchas
tribus de Estados Unidos y Canadá. Entre los primeros tendríamos a los Kiowa,
los Comanche, y muchas otras tribus que habitan la amplia región que se extiende
desde el sur de Tejas, región de río Grande, hasta la alta meseta del norte de
Méjico; todo el territorio que se le conoce como el nombre de desierto de
Chihuahua. La ceremonia se realiza alrededor de una gran hoguera. Los " devotos"
formando un gran círculo, mastican y tragan el cactus en una reunión que dura
toda la noche y en la que se encuentran bajo los efectos alucinógenos del
peyote, descritos por James Mooney en 1891 como la sensación de " arabescos
vivientes", según su experiencia personal, haciendo referencia a la gran
profusión de formas y colores, producidos, según él, por el incremento de la
sensibilidad de todos los sentidos pero especialmente los visuales, que Mooney
definió como " hiperestesia visual". El mismo escritor Aldous Huxley la define
como magnificadora de la realidad, con capacidad de dotar de belleza los objetos
cotidianos.
Opio: Ya hay indicios históricos de su uso en el imperio Egipcio 1500
a.C. como analgésico. El nombre se podría
atribuir a Esculapio, que lo llamó opos mekonos, jugo de adormidera. Se tomaba
en pastillas, fumado o mezclado en jarabes y se le atribuía el eliminar el dolor
y el insomnio. La expansión de los musulmanes lo llevo a Extremo Oriente en el
siglo VII a.C., llegando hasta la India. Mongolia monopolizó su comercio durante
muchos años, llevándolo hasta la China Posteriormente, en el siglo XVIII, su uso
impulsado por los resultados económicos que obtenía el imperio Británico fue
abrumador en la China y afecto a muchos millones de consumidores al ser fumado
tanto en este país como en Europa y América. En China, la prohibición del tabaco
hizo que los usuarios se decantasen por el opio, llevado por los barcos
portugueses (el opio chino era de mala calidad) a los que se sumaron holandeses
e ingleses, llegando a ser usado por todas las capas sociales. La prohibición de
las autoridades chinas, ante la degradación en que caía tanta de su gente, dio
lugar a varias guerras por parte de los ingleses, por "atentado contra la
libertad de comercio". En el siglo XIX hay que mencionar la dependencia del
láudano, un preparado farmacéutico formado a base de extracto de opio, azafrán y
vino. En la misma época en que sintetizaba por primera vez la cocaína en Europa,
el opio estaba haciendo estragos en Norteamérica. Y para solventar ese problema,
los médicos encontraron una droga sustituta, que a corto plazo demostró ser más
letal que el propio opio: la morfina. Tan malos resultados dio, que pronto
tuvieron que buscar otro sustituto, y el elegido fue nada menos que la heroína,
que a su vez era aun más destructiva que la morfina, a pesar de las maravillas
descritas en los prospectos de su fabricante, Bayer. Los médicos siguieron
buscando sustitutos para paliar en lo posible la nueva plaga adictiva, y dieron
con la adolfina, creada en Alemania y llamada así en honor a Adolf Hitler. Con
la llegada de la Guerra Mundial, se le cambió el nombre y pasó a llamarse
metadona, que aun se usa (incluso oficial y gratuitamente) como droga
sustitutoria de la heroína, a pesar de ser aun más adictiva que esta.
Hachís: La primera referencia escrita del uso del cannabis data del 700
a.C. en la obra de Shen Nung, padre de la medicina china. La palabra hachís
significa hierba, pero también está relacionada con asesino, ya que esta palabra
deriva
del árabe haschischin, que era el nombre de una banda de asesinos convencidos de
que a su muerte estarían en un paraíso bajo los eternos efectos del hachís.
Quienes sufrían en aquellos tiempos la presencia de esa gente, decían que la
droga simplemente les robaba la conciencia, por lo cual podían cometer todo tipo
de asesinatos bajo pedido, sin el más mínimo remordimiento. Se cree que esta
organización sirvió de modelo a órdenes religiosas y militares como la Orden del
Temple y los Caballeros Teutónicos. Para reclutar a sus mercenarios, Al-hazan
introducía grupos de cinco o seis jóvenes a los jardines de su palacio. Allí les
hacía beber "cierta poción que los transportaba a un profundo sueño". Al
despertar, todos aseguraban que verdaderamente acababan de regresar del paraíso,
donde ángeles femeninos "yacieron con ellos hasta saciar sus corazones de
contento." Así pues, cuando su Maestro tenía algún plan en mente sólo tenía que
decirles: “Id y haced esto y esto; que cuando retornéis mis ángeles os llevarán
de nuevo al paraíso. Y no tengáis miedo de morir, aun si lo hacéis, os mandaré a
mis ángeles para traeros de nuevo al paraíso”. A pesar de todo esto, el consumo
del hachís fue durante siglos tolerado socialmente en el mundo musulmán, pero
causó serios estragos en los valores morales. Por ejemplo, cuando Napoleón llegó
a Egipto y comprobó con sus propios ojos el estado en que se encontraba una
amplia gama de la población autóctona por culpa del hachís, prohibió el consumo
a sus soldados bajo pena de tres meses de cárcel. Esta droga procede del cáñamo,
originario de China y la India. Posiblemente fue introducido en Europa por los
escitas que, a su vez, lo transmitieron a los pueblos celtas y sobre todo a sus
druidas, que le darían un carácter ceremonial. Paracelso decía de él que “en
humo o a dosis ingeridas, proporciona éxtasis místicos, diabólicos o
extremadamente eróticos, según la moralidad o mentalidad del individuo que lo
usa. Estos éxtasis son casi desconocidos en Occidente; en cambio, determinadas
sectas lo utilizan y aplican sabiamente en sus ceremonias y ritos litúrgicos”.
Por su parte, el aceite de cáñamo parece haber entrado en circulación hasta el
siglo XIX y su uso se mantuvo como una modalidad europea.
Coca: Los primeros restos de hojas de coca encontradas en asentamientos
humanos datan del IV período precerámico (años 2.500/1.800 a.C.). Se trata de
bolsas de hojas, ya preparadas, que se enterraban junto al muerto, posiblemente
para guiarlo y alimentarlo en su viaje al más allá. Esta corriente mística de la
coca se reafirma con las tradiciones orales de los Aymaras de Bolivia, los
cuales le atribuyen al arbusto orígenes divinos. Dichas narraciones crean puntos
de contacto entre la coca y otras plantas místicas latinoamericanas, como el
Peyotl de los Yaqui. Antes de la llegada de los españoles, el uso de la coca
estaba extendido por toda la zona andina, alcanzando las actuales Venezuela,
Panamá, Costa Rica y Nicaragua por el Norte y el norte de Argentina por el Sur.
En el imperio Inca la hoja de la coca se usaba como instrumento de intercambio
(moneda), se entregaba como expresión de amistad y se usaba como ofrenda en el
ceremonial religioso. Un rol muy similar al de la semilla del cacao (otro
estimulante) entre los aztecas. Aunque el uso de las hojas de coca tiene una
historia milenaria, primero como privilegio de la nobleza inca y, tras la
llegada de los españoles, como "alimento estimulante" de los
trabajadores, la cocaína se sintetizó por primera vez en 1855, aunque tuvieron
que pasar varias décadas hasta que fuera conocida por la comunidad médica, sobre
todo por la propaganda que le hiciese Sigmund Freud, que la usaba y la recetaba
contra la depresión y la impotencia sexual, y llegó a llamarla “sustancia
mágica”. Pero el uso a gran escala de esta droga llegó algunos años después,
cuando se añadió a una bebida refrescante que a partir de entonces alcanzaría
una popularidad sin límites: la Coca-Cola, con cocaína y nueces de cola
(cafeína) entre sus componentes. Pero la euforia y la energía no eran exclusivos
de esta bebida, ya que por aquella época había infinidad de los llamados
tónicos, en los que también solía haber cocaína. La Cola-Cola simplemente supo
jugar mejor las cartas del marketing. Hollywood fue el gran foco desde el que se
promocionó el consumo la cocaína, y pronto comenzaron a hacerse frecuentes las
afecciones nasales causadas por el esnifado abusivo. El problema social llegó a
tener suficiente magnitud, con miles de víctimas mortales, como para ilegalizar
el consumo y obligar a la famosa y poderosa Coca-Cola a eliminar la cocaína de
su fórmula en el año 1903. Ahora esta es la única empresa norteamericana que
tiene autorización para importar hojas de coca, para “aromatizar” su bebida.
Durante muchos años, la cocaína fue la droga de las clases altas; limpia, muy
cara y supuestamente no adictiva. En sus fiestas se pasaban bandejas de plata
para que cada invitado se sirviese a gusto. Fue también la droga de los yuppies,
con la que eran capaces de aguantar jornadas muy estresantes.